En las proximidades de Tozeur

Los cascos antiguos de Tozeur y Nefta ofrecen un aspecto muy particular. Siga las callejuelas y los pasadizos cubiertos que ofrecen una asombrosa sensación de frescura bajo el sol sahariano Admire las fachadas de ladrillo color arena y sus magníficos decorados en relieve. A continuación vaya a los oasis gigantes, auténticos bosques de palmeras a cuya sombra se cultivan huertas. A pie o en calesa, aprecie la atmósfera tan particular de los palmerales. Los alrededores le sorprenderán por la variedad de los paisajes desérticos: líneas de montañas, áridas llanuras, dunas gigantes, lagos salados que brillan al sol. Atraviese el enorme Chott el-Jerid, antiguo mar interior casi totalmente seco, cubierto por una costra de sal de un blanco resplandeciente. Siga la ruta de los oasis de montaña – Chebika, Tamerza, Midès – y explore los cañones, las cascadas y los palmerales escondidos en la roca. Más al noreste el oasis de Gafsa, ciudad famosa por sus estanques de piedra romana y sus colgaduras de vivos colores.

Tozeur es la capital de los dátiles: descubra las distintas variedades de este producto emblemático del sur, desde el allig rojo y dulce hasta el deglet nour fundente y traslúcido. Prueben las bolitas de dátiles rfiss aderezadas con una pizca de mantequilla salada. Saboree la chakhchoukha del Jerid, carne de cordero en salsa acompañada de la torta de sémola tradicional mtabga. Deléitese con barkoukech, especie de cuscús de grano gordo acompañado de carne y pescadito seco. Más insólito todavía, pruebe el bistec de dromedario. En Tozeur, la avenida que recorre el palmeral es el punto de encuentro de los gourmets con varios restaurantes que ofrecen una amplia gama entre cocina regional del Jerid, cocina italiana e internacional. También podrá comer en los hoteles de la región.

La región de Tozeur y Nefta es el Jerid, nombre que significa “país de las palmas”. Los oasis son fruto del trabajo milenario de los hombres que hicieron surgir la vida y la abundancia en pleno desierto; actualmente los de Tozeur y Nefta cuentan cada uno de ellos con varios cientos de miles de palmeras. Varias fuentes alimentaban los palmerales: “esos riachuelos se ramifican en innumerables acequias y canales construidos en piedra, siguiendo un sistema escrupulosamente equitativo”, escribía Ibn Chabbat en el siglo XIII. Con el paso de los siglos, la tierra ya fértil permitió una agricultura en tres niveles: los cultivos de hortalizas y cereales crecen a la sombra de los árboles frutales, protegidos a su vez por las altas palmeras datileras. Tozeur y Nefta eran también etapas obligadas en el paso de las grandes caravanas por lo que su prosperidad viene de antiguo. Tozeur ocupa un lugar particular en Túnez como centro cultural de lengua árabe y Nefta como lugar sagrado del sufismo.