Gracias a sus suaves temperaturas y a su sol casi continuo, Túnez sigue siendo atractivo en invierno. En efecto, es el momento en el que los centros de hidroterapia y los spas se llenan de agüistas que acuden de todo el mundo. Es también en invierno cuando los golfistas tunecinos y europeos se encuentran en los campos de golf, en tanto que los barcos de recreo se refugian en alguno de los numerosos puertos deportivos del país.
Para los amantes de la naturaleza, el invierno es sinónimo de largos paseos y afortunados encuentros con las aves venidas del norte, al ser Túnez una de las mayores rutas de migración. El Golfo de Gabes, junto con las islas de Djerba y el archipiélago de Kerkennah, acoge la mayor reunión de aves zancudas migratorias del Mediterráneo.
El invierno en Túnez es también una ocasión de callejear por las medinas (las de Túnez, Kairuán y Susa han sido inscritas por la UNESCO en la lista del patrimonio mundial de la humanidad), visitar los museos como el del Bardo en Túnez que contiene la mayor colección de mosaicos del mundo, o ir de excursión a uno de los magníficos yacimientos arqueológicos del país (Dougga, Cartago, el anfiteatro romano de El Jem…). Y si los hoteles, los campamentos y las casas rurales del sur tunecino siguen recibiendo turistas, el Sáhara tunecino es también el destino de raids y rallyes en moto, 4x4 y quad.